Surgió como consecuencia de la abstinencia que la Iglesia católica mandaba guardar durante la Cuaresma. En este periodo, los cristianos no podían comer carnes, huevos o lácteos. Por eso, cuando terminaba la Cuaresma, los fieles se reunían ante las iglesias y regalaban huevos decorados con colores y motivos festivos, como símbolo de la resurrección de Jesucristo y para festejar el fin de la abstinencia.
Recordemos, además, que la Pascua coincide también con la primavera, con la floración en los campos y el momento fértil de muchos animales. No es casual, pues, que se asocie el huevo a la vida, como símbolo de la fertilidad del suelo y las cosechas.